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jueves, 23 de diciembre de 2010

El Vals de las Estrellas

La noche es oscura, fría; tanto que es posible que me pierda en la infinidad de su negrura, en la inmensidad del cielo. Siento una profunda tristeza, me siento perdida.
Veo en el firmamento reflejado este sentimiento; estrellado, auque sin luces cercanas que me ofrezcan su abrigo; tan solo el cielo, yo y sus incontables luces.

De repente, una estrella fugaz pasa veloz ante mí.
-Rápido - pienso -pide un deseo.
Cierro mis ojos con fuerza, cierro mi mente, y formulo la frase en mi interior.
Una ligera descarga eléctrica recorre todo mi cuerpo. Abro rápidamente los ojos, sorprendida.

Sin el más previo aviso una pequeña luz comienza a centellear en el horizonte, alegre, pese a la tristeza de la noche. Una estrella, tal vez.
- Imposible, parece bailar. - Me digo a mí misma.
Parpadeo para despejarme, y al volver a abrir los ojos me quedo en estado de shok.
Todas y cada una de las luces parecen moverse.

No, no lo parece; se mueven.
En una fracción de segundo todo el cielo parece vacío, salvo justo sobre mí.
- Las estrellas... ¿Qué ocurre? - Pregunto al cielo.
No hay respuesta.
Todo lo que antes parecía estar en un letargo eterno, es ahora un sifín de actividad.
Las estrellas se mueven; de aquí para allá, de allá para aquí. Dan vueltas, centellean; se apagan y se vuelven a encender.
Despuntan tonos de colores vivos; en apariencia gélidos, que acarician la llanura que me rodea.
- ¿Qué es esto? - La pregunta recorre mi mente. No le ecuentro explicación alguna, es tan, tan... irreal...
En un instante lo coprendo todo.
- Bailan, bailan para mí. - Acierto a pensar.
Por primera vez en mi vida me siento en mi lugar.
Cómo si no hubiera ningún sitio más apropiado para mí en ese momento.
Permanezco allí, parada, comtemplando el hermoso espectáculo.

No me siento perdida, ya no.
Aunque todavía no haya encontrado mi rumbo.

- ¿Qué haré ahora? Nada - Me respondo a mí misma.
Tan solo esperar, maravillada, contemplando aquello; eso es lo que haré, al menos por ahora.
Continúo con la mirada fija en el cielo.

Poco a poco las estrellas se acercan a mí.

Así, desde abajo, resulta increíble.
Brillan y juguetean conmigo, se mueven al son de una música inexsistente; aunque parecen coordinadas entre sí.
- Ahora comprendo. - Susurro.
Me están llamando. Me invitan a seguirlas.

Una de las estrellas, la más pequeña y alegre de ellas, comienza a moverse desenfrenadamente.
Comienza a centellear alegremente.
Creo reconocerla. Sí; la reconozco. Es la estrella que comenzó con este "baile".

- ¿Quieres que te persiga? - Le digo.
Aunque no logre distinguir su expresión, logro interpretar su peculiar movimiento como un sí.
No sé como, pero comprendo que en cuanto acepte esta invitación, todas las demás estrellas se unirán al juego.

Me lo pienso. Trás un largo instante de duda, accedo.
- ¿Qué puedo perder? - Pienso.
Doy un paso a delante, y, sin saber muy bien cómo ni porqué, me elevo.
En unos pocos segundos estoy a 10 metros de altura.
Continúo subiendo. Contemplo el mundo, a mi al rededor.

Comienza el juego. Las estrellas se dispersan; cómo si quisieran jugar al escondite, cómo si quisieran ser atrapadas.
- No pienses, sólo actúa. - Me digo.
Mas no lo cumplo. Pienso.
Pienso en todo lo que he dejado atrás. En que ya no hay posibilidad de volver.
Pienso en qué voy a hacer con mi vida.
Una fugar idea pasa por mi mente, y responde a mis dudas.
"Cazar estrellas "

Para Belén

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