Tiene muchas entradas y muchos caminos que recorrer, pero tan sólo una salida posible.
Y pasamos la vida entera tratando de encontrar esa salida. Y apenas nos damos cuenta de que la tenemos justo delante de nuestras narices, y, sin embargo, lo hacemos todo más difícil, girando en las esquinas y volviendo atrás, yendo por caminos ajenos y extraños; desviándonos de él
Y por esos caminos vamos encontrando y perdiendo cosas. Cosas como amistades.
Amistades buenas y fuertes, otras menos firmes, unas inolvidables, otras que preferirías no recordar, y muchas otras que desearías no haber tenido nunca.
A veces, encontramos más de lo que perdemos, y otras, simplemente no tenemos tanta suerte.
Pero lo importante no es encontrar más o menos, o perder lo que no nos agrada, o llegar a la salida antes que nadie, o ser el más afortunado entre los desgraciados, sino disfrutar de lo que se ha vivido por el camino.
Porque a veces, nos centramos tanto en algo que dejamos de ver todo lo que ocurre a nuestro al rededor. Y nos perdemos todo lo que sucede.
Porque la felicidad se halla en las cosas pequeñas, y no importa quien o qué las hagan, siempre y cuando te hagan feliz.
Y es que a veces somos tan cabezotas que dejamos de lado las cosas que nos parecen insignificantes, y no nos damos cuenta de que por muy insignificantes que sean, forman parte de nosotros, y si nos las arrebatan, no somos los mismos.
A veces, es mejor seguir el camino que sea, por difícil que parezca, o por mucho que haya que superar, siempre y cuando sea nuestro.
Aunque a veces es mucho mejor compartirlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario