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martes, 30 de noviembre de 2010

El destino y la casualidad

¿Quién sabe lo que son estos dos conceptos, tan abstractos y distintos el uno del otro?

El destino... esa cosa inexplicable, algo mágico, indefinido, inesperado, misterioso, lejano...
Esa fuerza desconocida y extraña que actúa sobre nosotros y nos guía, nos mueve, nos ilumina en nuestro camino...
Que nos impulsa a seguir adelante y nos lleva a ser quienes somos.
Algo que, decidamos lo que decidamos, hagamos lo que hagamos, estará siempre ahí, cual estrella que señala nuestro norte, de cuyo camino es imposible desviarse.

La casualidad... esa combinación de pequeñas circunstancias imprevisibles, al azar, inevitables...
Esa combinación de factores, tan especiales e importantes y a la vez ordinarios e insignificantes, que marcan una parte de nuestras vidas, aunque sólo sea un momento, un instante siquiera, y ya no hay opción de volver atrás. Puede que nada cambie, o puede que todo tu mundo se vea alterado por ese simple factor, por esa casualidad.
Y es que esto sólo surge cuando una serie de factores determinados se unen. Si no son los adecuados, nada llega a pasar. Si cualquiera de los factores llega un solo segundo tarde, nada ocurre. Si uno de ellos se ve alterado, el destino cambiará de manera inimaginable.

Como al final podemos apreciar, destino y casualidad no son tan distantes ni lejanos el uno del otro. Es aquí cuando se unen estas dos combinaciones de elementos complejos, impensados, recónditos y enigmáticos que, por muy independientes que sean, se necesitan el uno al otro para poder dar lugar a la aún más maravillosa combinación de factores, elementos, momentos y recuerdos que es la vida, y nada, posiblemente nada podría ser concebido sin estos dos elementos, tan ignorados y fundamentales a la vez.






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